jueves, 31 de marzo de 2011

Leyendas de la catedral


Xavier Barral i Altet narra algunas de las numerosas leyendas y costumbres sobre la catedral.
Según creencia popular, los viernes daba mala suerte chocar dos o más llaves; cuando se tenía que cerrar la catedral, se anunciaba precisamente con el ruido que ocasionaba el choque de llaves, menos el viernes que se hacía sonar una campanilla y los monaguillos llevaban las llaves una en cada mano.
Se dice que la muerte de los canónigo la anunciaba San Benito tres días antes, con tres golpes de maza en la bóveda para que resonara en todo el templo y si se trataba del obispo hacía sonar la campana Tomasa, también tres veces.
Cuando salía la procesión del Corpus los cañones del castillo de Montjuïc lo anunciaban con cañonazos y se cerraban todas las puertas de la muralla de la ciudad, hasta que la Custodia volvía a entrar en la catedral.
Debajo del órgano estaba colgada la carassa (caraza), una cabeza de turco (se colocó tras la batalla de Lepanto) de cartón, que en el día de los Santos Inocentes, cuando el organista tocaba una nota más grave, abría su boca y arrojaba golosinas por ella. A partir de 1970 se encuentra en el triforio de la catedral.
Era creencia popular que las esculturas de la fachada gótica se habían llegado a esculpir y estaban escondidas bajo tierra, en las escalinatas de la entrada a la catedral, en espera de la construcción de la fachada; cuando en el siglo XIX se llevaron a cabo las obras de la fachada principal, mucha gente acudió a ver la extracción de las esculturas; al no ser así,


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